QUIÉN NO RECUERDA la primera vez, el momento anticipado de nuestro primer beso apasionado? Qué preciosos son los recuerdos o los sueños de esos tiempos inocentes de pasión salvaje. Y quién no ha fantaseado en la soledad callada de sus pensamientos íntimos con un amor especial, una experiencia única y mágica que nos haga sentirnos vivos, ocupar el centro del escenario? Y, sin embargo, ¿quién no se ha sentido agraviado o desilusionado por un amor que no pudo ser o que nunca El amor puede ser un misterio tan elusivo que a todos se nos escapa; tanto que incluso los grandes poetas y soñadores han tratado de pintarlo en palabras, en pinceladas danzantes, o en lienzos de piedra, sin llegar a captar su rostro, sus rasgos, sus curvas y líneas rectas. A menudo, nuestra experiencia de él es tan breve y pasajera como agua que se escurre por nuestras manos. Es precisamente esta característica la que lo hace aún más deseable, inmortal, indeleble, la que hace que siga siendo atractivo aun cuando nuestra vida esté comsumida y haya empezado a marchitarse>A lo largo de los siglos, el drama humano nunca se ha cansado de buscar este tesoro que parece misteriosamente reservado para otros, como si fuera un elixir mágico que sólo perteneciera a las grandes Diosas y Dioses, y nunca fuera para los meros mortales, que no consiguen encontrarlo, sostenerlo y conocerlo.Generalmente, la clave de un gran misterio o de un nuevo conocimiento, de los nuevos paradigmas, se oculta precisamente en el corazón de una paradoja. El amor es un misterio y una paradoja. El amor parece ser una realidad que está más allá de los enredos de nuestras limitaciones humanas y nuestra personalidad, característica que explicaría por qué es tan difícil sostenerlo de manera continua, o absoluta, en nuestra vida. En un momento dado nos sentimos dichosos con nuestro amante en nuestro lugar especial y secreto —nuestro cuerpo rebosa sensaciones y sentimientos regocijantes y deliciosos—, y poco después, cuando el cuerpo descansa y ese momento ha pasado, los desacuerdos de ayer por nimiedades encuentran el momento oportuno para reintroducirse.El amor es un misterio. El amor transciende nuestra naturaleza humana. No se ha mostrado como una cualidad natural, espontánea y genérica de la humanidad desde los orígenes de nuestros registros históricos. No obstante, lo paradójico, lo que nos deja perplejos, es nuestra capacidad humana de concebir y soñar un amor así. Trasciende nuestra naturaleza humana, y sin embargo nosotros, como seres humanos, insistimos en él y nos aventuramos por la vida buscándolo. Ésta es la paradoja.Y tratando de encontrar el secreto de la paradoja del amor y de descubrir algo acerca de nosotros mismos que continuamente nos ha pasado desapercibido. Estas lineas que nos permite vernos reflejados en un espejo, vulnerables, bajo el ojo de la verdad y de una flagrante honestidad, heridos por nuestra propia mano y falta de conocimiento.¿Qué queda de nuestra identidad, de quiénes somos, cuando todos nuestros secretos ocultos han sido expuestos abiertamente para que todos puedan verlos? ¿Seguiríamos siendo nosotros mismos si no necesitáramos escondernos, agradar o aparentar? ¿Qué tipo de libertad emerge cuando nos queremos a nosotros mismos lo suficiente como para conquistar y saber quiénes somos, cuando tenemos el coraje de expresar nuestro mayor potencial?Asimismo está dedicado a todos los guerreros, poetas y amantes que han deambulado por la vida buscando respuestas. El viaje que estamos a punto de emprender sólo se ha hecho posible por la mano del amor mismo, que cura, nutre y nos da alas para volar a donde aún no nos atrevemos a imaginar. Pero no hemos comprendido el amor. Es la espada de la verdad la que nos desafía a conquistar nuestras propias némesis, que nublan nuestra verdadera naturaleza indeleble y prístina identidad.
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